LAS MUJERES BAUTISTAS EN MIAHUATLÁN DE PORFIRIO DÍAZ, OAXACA.

Ángel Christian Luna Alfaro

 

IV. Un hombre sin religión, investigando mujeres bautistas

Dentro de las y los investigadores que se apoyan de la perspectiva de género en México, resulta un exotismo, que un hombre, le surja el interés de efectuar una pesquisa, cuyo sujetas de estudio, sean las féminas. Varias de mis compañeras de trabajo, se indignan, porque consideran que no me encuentro capacitado para opinar sobre lo que ellas sienten o piensan. Supongo que por considerar que un hombre, está muy lejos de convertirse en una especie de portavoz de lo femenino, a menos, que sea gay (en algunos casos, claro está). En este sentido, resulta más común (pero no es una ley) que una persona auto-asumida como homosexual, pueda desarrollar estudios sobre masculinidades , con un sesgo a las problemáticas genéricas derivadas de la homosexualidad , homoerotismo , travestismo , transexualidad , entre otros tópicos.

No puedo evitar pensar, que aunque se presuma de incluyentes y aboguen por la diversidad de pensamiento o postura política, religión, entre otras, existe un sector feminista, así como defensor de la perspectiva de género, ampliamente racista, cerrado y fundamentalista, rayando, en lo que siempre han criticado. Aunque la postura descrita tiene su explicación histórico/social, misma que potencia (principalmente en sus inicios) una radicalización de los grupos con la ideología citada. Actualmente, existen diversas redes de investigación, académicas, así como ong´s comandadas por mujeres, presumiblemente feministas, que cierran sus filas hacia los hombres. Por otra parte, también habrá que resaltar, las palabras de aliento y admiración, pero sobre todo de respeto, por parte de muchas compañeras, que al escuchar mis escritos e ideas, me orientaban, invitaban a sus organizaciones y obsequiaban materiales didácticos, entre otros, para profundizar el conocimiento sobre la cultura e historia de mujeres.

Si bien es cierto, que me resultaría difícil ser el portavoz de problemas propios de las mujeres, sobre todo en términos biológicos, bien puedo comenzar a ser, una voz, que se atreva a denunciar lo que al juicio de muchas Ciencias Sociales, ha sido injusto para con ellas, documentarlo, disertar y proponer nuevas formas de convivencia social, para beneficio de todos y todas. Sería un error omitir que muchas mujeres, han podido diseñar nuevos esquemas de vida, funcionales para su entorno sociocultural. Proceder al análisis y compresión de los mismos, bien pude ser una empresa, de sumo interés, no sólo para mí, si no para los mundos religiosos, entre otros sectores de las sociedades internacionales.

Los prejuicios no sólo suelen ser propios de las mujeres, por parte del ámbito masculino, el asunto pinta igual o peor. Los detalles, van desde la sorpresa, pasando por la burla o en los casos agudos, la homofobia se desborda. Muchos asocian: investiga mujeres, luego entonces en homosexual. Así que no puedo estar completamente ni con unos, ni con otros, ya que ni la academia, acepta del todo, que un hombre hable sobre mujeres. Todo se somete a un escrutinio, siempre bajo sospecha, como una especie de show o rareza, digna de observar, pero sin la suficiente seriedad, que las mujeres, por el hecho de sufrir los embates de su condición, tienen por antonomasia.

Por el lado de la adscripción religiosa, el asunto no es mejor. Pese a provenir de una familia católica, más o menos "tradicional", así como ser bautizado, confirmado y tener la primera comunión en la bolsa, no practico, ni creo, en nada de lo dicho y argumentado por esa institución. Para el año de 1999, en la ciudad de Xalapa, Veracruz. México, decidí, por diversos factores, adscribirme a las filas de feligreses de Amistad Cristiana de Xalapa, A.C. Desde luego que llegué a creer, y seguir al pie de la letra, todos los preceptos de la misma institución. La experiencia al interior de dicha congregación cristiana, dio como resultado la manufactura de mi tesis de maestría: Los nuevos ríos del Espíritu Santo. Acercamiento etnohistórico al estudio de Amistad Cristiana en Xalapa, Ver. (2004). Quiero aclarar, que la intención que me orilló a pertenecer a Amistad Cristiana, no tuvo que ver con algo académico o de investigación, realmente me convertí en un creyente de hueso colorado; creí, evangelicé, estudié y oré, como en ningún otro momento de mi vida. Desafortunadamente, muchas de las cosas que viví al interior de Amistad, me desilusionaron, aspecto que menguó mi fe y entrega hacia todo lo que creí cierto e incuestionable.

Mi experiencia dentro de los esquemas de vida del cristianismo neopentecostal, me ayudó a conocer diversos códigos, así como el manejo de la Biblia, entre varios aspectos, que me han facilitado el acceso a los mundos religiosos, identificados con el cristianismo. Resolver la disyuntiva sobre objetividad y subjetividad, no siendo creyente, es un punto en el cual, no deseo detenerme o desgastarme. Lo cierto, es que en más de una ocasión, no pude ser imparcial, emití varias opiniones, e incluso penalizaciones, sobre varias aspectos que me parecieron injustas, todo ante la anuencia de las y los presentes, sin caer en las desacreditaciones, riñas o descontentos de la gente que me rodeó. Tampoco excluí las felicitaciones sobre muchas actividades que la feligresía efectuaba. Considero que conocer códigos, sin ser creyente, me brindó la posibilidad de hacer lo que muchos investigadores/as no podrían, y quizás, al mismo tiempo, me perdí otras miles de cosas. Después de todo, una de las cosas más importantes, es el respeto, que ambas partes mostramos durante mis visitas. Tanto la investigación participante o encubierta, han sido motivo de reflexiones de diversos investigadores (Garma 2004, Zaretsky y Leone 1974, Bourdieu, 1988, Prat, 1997, entre otros), desde luego y por fortuna, ninguno impone o legisla un estado ideal del o la investigadora ante las problemáticas y disertaciones derivadas de la objetividad y subjetividad investigativa, aunque tampoco se dejan de lado los aspectos éticos sobre el abordaje de pesquisas de ésta índole.

La clave que me permitió desarrollar esta pesquisa, con las características descritas, no fue el hecho de creer o de rayar en el ateísmo, incluso, mi condición genérica. Fue ante todo, las capacidades, de ambas partes, investigados e investigador, de negociar, escucharnos, intentar comprendernos y desarrollar el diálogo, con los ánimos de la inclusión, el respeto y la tolerancia, valores humanos, en gran medida heredados, para nuestro caso, del cristianismo.

Resulta importante reflexionar que, investigar y asumirse simpatizante con algunos puntos referentes al feminismo y el enfoque de género, es considerado, para muchas personas, académicos o no, como un estilo de vida, que debe traducirse en un cambio radical en torno a las prácticas de la vida cotidiana. Se convierte en una especie de "condena", que te mantiene en el ojo del huracán, y exigencia por parte de la sociedad, que exige, que uno sea mejor que ellas y ellos. Que debemos ser más tolerantes y equitativos, sin errores, y que se nos quiten los complejos machistas, que por cierto, se ven y enseñan en casi todos los espacios sociales y de los cuales no escapo. También se aplica dicha exigencia, para las y los interesados en tópicos religiosos, considerando que nosotros debemos saber todos los preceptos referentes a los libros sagrados y ser más cristianos que el mismo Cristo. La misión social es grande, ya que para ambos casos, las personas esperan de uno, que seamos activistas, ser congruentes con todos y todas, opinar con sabiduría, entre otros tantos puntos, que esas mismas personas, que son jueces y juezas, no cuentan, pero que desean, que uno tenga, añorando ver, escuchar y sentir, lo que ellas y ellos no son, ni serán.

Esta pesquisa, es el resultado en gran medida, de una catarsis por parte de un ex/creyente, que buscó conocer un lado de las Iglesias, que escasamente se contempla, aspecto que me atormentó, fascinó y llenó de muchas satisfacciones, durante más de 3 años. No es el resultado, simplemente de las percepciones de mujeres bautistas al respecto de algunos tópicos, si no también lo que un hombre de poca fe, pudo filtrar y entender de un entorno ajeno, pero con las ganas de aportar algo nuevo, no sólo para el mundo, si no para mi propio crecimiento personal, aspirando a volverme más gente, más humano, más yo…pero al mismo tiempo más de ellas.

V. El planteamiento del problema

A diferencia de la iglesia católica, algunas iglesias protestantes o evangélicas, han sido fundadas o promovidas por mujeres. Las y los bautistas, resultan ser una de tantas iglesias cristianas no católicas que aceptan el liderazgo de mujeres, considerando los casos de ordenamiento de pastoras. Estos aspectos resultan llamativos para más de una mujer. Aunque no todas requieren, ni tienen las posibilidades de asumir una vida al frente de una iglesia, existen una gran cantidad de mujeres que se anexan a las uniones femeniles , a pesar de los climas de intolerancia, o de ruptura social que representa el hecho de cambiarse de adscripción religiosa en tierras donde predominan las y los seguidores de la Iglesia Católica.

La evidencia empírica, aunada a la experiencia personal, acumulada a lo largo de mis 30 años de vida, me confirman, en más de una ocasión, que uno de los motivos que puede enardecer a las familias tradicionales mexicanas, es el cambio de adscripción religiosa (generalmente del catolicismo a otra denominación religiosa). Damos por hecho, pero también apoyados por el censo INEGI de 2000, que un 85% de la población mexicana se autoproclama católica, esto nos quiere decir, al menos estadísticamente, que la posibilidad del cambio de adscripción, sea de la perteneciente a la iglesia católica a otra quizás cristiana, pero histórica, evangélica, pentecostal, paracristiana o también budista, animista, new age, musulmana, gnóstica, entre otras cientos de variables, subgéneros, mutaciones, hibridaciones, etc. Esta situación ha provocado de parte de la iglesia católica y sus seguidoras/es, sentimientos de resistencia ante las nuevas y cada vez más variadas ofertas religiosas, que desde luego pueden provocar inseguridad o incertidumbre a su aparente fundamento de fe.

En casa, decía una amistad, mi hija puede ser loca, prostituta, divorciarse, hasta tener un aborto, pero nunca protestante. Es necesario aclarar que un servidor no pretende disertar sobre los motivos que llevan a unas personas a pensar que se puede ser mil cosas identificadas como malas en muchas de nuestras culturas colonizadas por occidente, pero menos protestante. Protestante puede ser o significar una palabra genérica que se identifica con un sentimiento de rechazo e intolerancia, noción que se construye desde el hogar, donde el padre y la madre suele enseñar la defensa y amor hacia la virgencita de Guadalupe y a detestar a la y el que no le rinde culto, con tanto fervor y sufrimiento como nos dijo nuestra abuela que debía de ser. La intolerancia y normalmente la violencia, surgen en más de una ocasión cuando se descubre a la y el diferente, al que no cree en lo mismo e incluso suele demostrarte que domina muy bien su libro sagrado o guía que argumenta su creencia.

La dificultad se agudiza cuando la anomalía, la que dejó de creer en la religión de nuestros antepasados es mujer. El ostracismo que reciben muchas inicia desde el núcleo familiar. Tanto la madre, como el padre manifiestan su descontento, manifestando en diversas ocasiones y posturas, una negación hacia ella/s. El asunto se extiende a las amistades, hasta llegar a su relación de pareja e hijos/as, en caso de tenerlos/las claro esta. Generalmente la pareja o cónyuge manifiesta su desacuerdo con palabras, gritos, hechos y golpes. En el caso de las hijas/os, si son menores, se convierten fácilmente en presas de la dinámica del terrorismo familiar, donde las amenazas de partida, escenas de golpes y gritos, así como de las discusiones, se convierten en el drama de cada día.

Los problemas derivados de la conversión religiosa, no son novedosos. Ya desde 1391, en buena parte de la Europa occidental, la cacería de católicos contra judíos, estaba a la orden del día (García, 2005: 626). En este proceso, la Santa Inquisición se erige como una institución, que veló por el orden de las buenas formas de la fe cristiana/católica. Este aspecto, desde luego, se presenta para ambos sexos.

Los primeros discursos cristianos oficiales (argumentados en la Biblia), al respecto de las mujeres, se apoyan de la carta que emite Pablo, a los corintios, mismo que plantea, al menos de manera literal, regular la participación en las reuniones cristianas, a las mujeres. La Primera epístola a los corintios (cuya abreviatura es: 1 Co) es un libro del Nuevo Testamento de la Biblia. Es una carta escrita por Pablo (Saulo) de Tarso a la comunidad cristiana o Iglesia de Corinto. Fue escrita desde Éfeso cerca del tiempo de la Pascua en el tercer año del viaje de Pablo allí, sobre el año 57 después de Cristo, cuando planeaba visitar Macedonia, para más tarde regresar a Corinto. Este texto se basa en la historia de Pablo, quien mandaba cartas a los lugares que visitaba para recomendarles cosas o amonestarles sobre las formas de vivir el cristianismo, sustentado en una tradición judaica sumamente ortodoxa.

Aunque en la actualidad, existen nuevas formas de interpretar las epístolas de Pablo, lo cierto es que para los fines de la estructura patriarcal de sus tiempos y aun en tiempos actuales, caen como anillo al dedo. Las mujeres en silencio, sometidas a sus esposos, entre otras cláusulas más, resultan ser, hoy por hoy, las piedras que erigen el gran edificio de varias iglesias cristianas y de los monoteísmos.

Pero, ¿qué alienta a algunas mujeres a efectuar, a pesar del panorama descrito, cambiar de religión?, ¿qué obtienen a cambio?, ¿se obtiene algo?, ¿qué consiguen en lugares donde aun se batalla entre la vida tradicional y la "moderna"? ¿Será a caso, la clave de "éxito" de esta elección, la construcción de una feminidad que ofrece certeza, ante la maleabilidad de las otras opciones ofrecidas por el campo religioso regional?

A pesar de casi nulificar o bloquear la vida familiar o social, para las creyentes de la iglesia bautista, ellas, eligen pertenecer, hacerse presentes y laborar en uniones femeniles. Para algunos ojos feministas, bien podrían considerar a estos ambientes como injustos, desiguales y eminentemente patriarcales. Es aquí dónde me surge una interrogante medular en la presente tesis: ¿qué es lo que incita a las mujeres miahuatecas y de regiones aledañas a pertenecer a esta unión femenil? Otros cuestionamientos y aspectos que se buscan disipar con la pesquisa son los siguientes: Aun en medio de las crisis y supuesta secularización de las sociedades contemporáneas sobre la credibilidad o funciones de las religiones, ¿Algunas iglesias o religiones cumplen con una especie de misión social en nuestros días?, ¿o simplemente siguen con una tendencia de construir más cautiverios en las mujeres?, ¿cumple con alguna función una unión femenil religiosa, ante los embates de los procesos migratorios contemporáneos?, y por último, ¿cuál es la posición de una unión femenil bautista misionera, en la sociedad y en la historia de una localidad, en medio del campo religioso oriundo? ¿Es determinante en la construcción del género, las enseñanzas de la unión femenil bautista misionera, Otta G. Walters para con sus integrantes?, o ¿dicha construcción, es un fenómeno complejo que se nutre de otros factores socio-culturales regionales y exógenos?

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